Por AFP Agencia |29 de junio de 2024, 17:09 PM

Como toda utopía, el ideal olímpico vuelve a chocar contra la realidad: atentados, boicots y propaganda por parte de regímenes dictatoriales forman parte de la historia de los Juegos, al igual que los títulos olímpicos y los récords de los campeones.

La exclusión de Rusia y Bielorrusia de París-2024 y las excepcionales medidas de seguridad que se tomarán por el riesgo a atentados no son más que los últimos elementos de la tumultuosa relación que históricamente han tenido los Juegos con la geopolítica mundial, prácticamente desde su refundación en 1896.

Imaginados por Pierre de Coubertin como una cita para deportistas caballerosos, más bien elitista, ¿cómo se transformaron los Juegos en poco más de un siglo en terreno de enfrentamientos entre países y de causas planetarias?

"En la mentalidad de Coubertin, los concursos olímpicos son una especie de exposición atlética internacional", responde a la AFP el historiador del deporte Patrick Clastres. "Los Juegos ofrecen espacios de éxito para todos los países del mundo, y con el final de los imperios coloniales y la desaparición de los imperios en Europa, darán a numerosas naciones el medio de existir".

Lo que está en juego va mucho más allá de lo deportivo. Ganar medallas u organizar la competición es un formidable medio para promover la imagen de su país al exterior. Y en el interior, una manera de crear una identidad nacional alrededor del 'héroe' del estadio.

Propaganda nazi.

El primero en instrumentalizar los Juegos fue Hitler, en Berlín-1936: al tiempo que los atletas alemanes cosechaban medallas, el 'Führer' ofrece al mundo un espectáculo grandioso al servicio de la propaganda nazi.

"Entre las dos guerras, las democracias primero y luego los regímenes fascistas pondrán en marcha políticas deportivas, de producción de potencias atléticas: el régimen hitleriano lo hizo a una escala desmesurada, seguido más tarde por la Unión Soviética, que no entra en escena hasta 1952", explica Clastres.

Luego de haber denigrado y boicoteado los juegos "burgueses" durante tres décadas, los soviéticos tomaron consciencia del potencial político que ofrecía la gran cita del deporte mundial, llevando incluso a algunos de sus países satélites a desarrollar a partir de los años 1970 programas de dopaje de Estado masivos, para asegurarse la supremacía en el medallero.

En 1972, en Múnich, la violencia irrumpió en la Villa Olímpica: 17 personas, de ellas once atletas israelíes, fallecen durante una toma de rehenes perpetrada por un comando de la organización palestina Septiembre Negro.

Los valores olímpicos de universalidad también se pusieron a prueba con el racismo. En 1968, los velocistas estadounidenses Tommie Smith y John Carlos entraron en la historia al levantar el puño, envuelto en un guante negro, haciendo el saludo del 'Black Power', movimiento contra la segregación en Estados Unidos. Este gesto violaba la "neutralidad" del deporte de la que siempre hizo gala el COI. Los dos deportistas fueron expulsados de la Villa Olímpica y excluidos para siempre de los Juegos.

Apartheid y Guerra Fría.

Ocho años más tarde, en Montreal-1976, 29 países, la mayoría africanos, rechazaron participar al lazo de Nueva Zelanda, culpable de haber enviado a su equipo de rugby a Sudáfrica, el país del apartheid. Fue el primer boicot masivo de los Juegos.

Luego seguirían los de Estados Unidos y una parte de sus aliados a Moscú-1980 (por la invasión soviética de Afganistán) y la respuesta cuatro años más tarde con el boicot del bloque soviético a los disputados en Los Angeles-1984, ambos en un periodo de Guerra Fría entre los dos bandos.

Para la historia, los primeros movimientos de boicot se remontan a 1956, cuando Egipto, Líbano e Irak no participaron en Melbourne como protesta por la intervención militar israelo-franco-británica en el canal de Suez.

Simultáneamente, España, Suiza y Países Bajos rechazaron participar en aquella edición para denunciar la intervención soviética contra el movimiento prodemocracia en Hungría, mientras que China se ausentó por la presencia de una delegación de Taiwán.

El movimiento olímpico sobrevivió a todas estas tormentas, no dudando incluso a excluir a países repudiados por la comunidad internacional. Antes de Rusia y Bielorrusia este año, los perdedores de la Primera Guerra Mundial (Alemania, Austria, Hungría, Turquía, Bulgaria) quedaron apartados de Amberes-1920 y los de la segunda (Alemania y Japón) de Londres-1948.

La Sudáfrica del apartheid (ausente de 1964 a 1988) y Yugoslavia, por las sanciones internacionales en 1992 durante la guerra de los Balcanes, son otros casos de exclusión.

Esta práctica no es única en los Juegos modernos. Los cronistas de la Grecia antigua ya explicaron que Esparta, en los años 420 a.C fue excluida de los Juegos por no haber respetado la tregua olímpica, que ya entonces imponía la interrupción de los combates.


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